jueves, 20 de agosto de 2015

VIII. VIENTO DE CEDRO

SONETO III

Descansa, pulso, del fiero latido,
suspiro hondo que con el mar compite
cuando alzan espuma y riscos su envite
y sólo ahogarse da al alma sentido.

Apaga, vientre, el ansia y el gemido,
tu horno de tripas que el plomo derrite,
fatigando en la cama su desquite
sin dar con paz hasta el sudor herido.

Pesan sobre mis miembros las costumbres,
aquietadero de escarcha y estío
donde el deseo estiba su tramoya.

Mas verterán su luz sobre las cumbres
haciendo que tu aliento sea mío
la piel, su labor, el sueño y su argolla.

viernes, 7 de agosto de 2015

VII. VIENTO DE CEDRO

Pródigo de conciencia,
se alarga mi nómina de banderas
devoradas por el tiempo.

Pabellones de gozo, las menos,
que esquivaron la intemperie
al resguardo de unas caderas.

Destierro y olvido, las más,
hilos de un discurso incendiario
que se agota y ata en el estribo de una barra
cuando embarranca mi sainete inoportuno
en la rompiente de una mueca.

Más de las que son menester,
híbridas de ruindad y vileza,
destiñeron su paño sobre mi piel
como tatuaje que a la piedra pómez
desafía.

Triste deserción de las mejores,
en un ondear lento y mojado
que aguijonea la memoria
para perfilar mi verdadera talla.

La cobardía que se desboca
por el primer callejón
en el esquinazo custodio
de una paz bovina.