domingo, 4 de junio de 2017

XXXIX. VIENTO DE CEDRO

Puedo asumir el relato
de gritos, sangre y miedo,
de sucias comisarías
y certeros puñetazos
que ordenan su providencia.

Puedo abonarme a la historia
de pancartas y carreras
que impugnan con frenesí
los desmanes del poder
y su obtusa maquinaria.

Puedo celebrar el sol
de las manos que amanecen
tras la noche de los puños,
y el calor con que las urnas
dictan dónde está el hogar.

Mas puedo pensar también
que los mismos dedos hábiles
en el mismo ovillo de hilo
con la misma oscura rueca
ordenaron nuestra suerte…

Cuando el debe y el haber
de michelín descolgado,
labio befo y risa imbécil,
concluyó que no rentaba
dar comida a los mastines.

No hay comentarios:

Publicar un comentario