domingo, 14 de enero de 2018

L. VIENTO DE CEDRO

SONETO XV

Esa carne en labrantío de penas
que ha regado la sal de tus mejillas,
niega que en el mundo haya maravillas
que no deban cargarse de cadenas.

Pero no duran cien años condenas
que aneguen los pulmones con arcillas,
el leve tictac de unas manecillas
siega en su sazón el roer de las venas.

Un aliento que anticipa vergeles
abonados con llantos y dolores
arranca el corazón de su barbecho,

dobla la luz, traspone los dinteles,
convoca la paz que hermosea el pecho
y firma el armisticio con las flores.

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